miércoles, 29 de agosto de 2012

Me rindo


Una cosa muy adolescente: el mundo no me gusta como es.
Como ya tengo 40 años esto suena a pataleta anacrónica, pero por más que lo intento el mundo no me gusta como es.  Estoy yendo a donde una sicóloga desde hace unos meses y como consecuencia de eso tomé una decisión que nunca me imaginé posible: terminé una relación de tres años con alguien que me quiere y que quiero.  La terminé porque esa relación nunca va a dejar de ser... no, así no puedo redactar la frase. La terminé porque esa relación nunca será.  Nunca seré la novia de ese señor, nunca seré la esposa de ese señor, no tendré a sus hijos, no envejeceré a su lado, no tendré mi tumba al lado de la suya.  De resto esa relación, aunque reconozco que incompleta, me hacía muy feliz.  No del todo, no... pero, ¿dónde putas encuentra uno la felicidad completa?

Y es a lo que quiero ir.  El mundo es la imperfección.  El mundo es aceptar que por siglos hemos venido ensayando y que a veces acertamos y a veces nos equivocamos. Y sin embargo, no tenemos las respuestas, ni los modelos, para todo.  ¿Ya terminamos de ensayar?, ¿se acabaron las propuestas?, ¿es así o mejor ni lo intento?.  Así que esa relación nunca será las cosas que millones de antepasados, que no pueden estar equivocados, han determinado.

Y uno se siente muy raro sintiéndose bien en medio de la pregunta de si es que uno no quiere "algo más".  Uno, que nunca ha sido muy convencional, duda.  ¿Quiero algo más?

No tengo idea.  

- ¿Tienes que pensar qué quieres tú exactamente?
- Ok, exactamente: ...

No creo que quiera ser mamá.  No solo nunca he querido, nunca he sido maternal y nunca he tenido las mejores relaciones con los niños, sino que además ya tengo 40 años y la posibilidad no solo deja de ser una pregunta para los deseos sino también para las capacidades.  Eso es para gente joven.

Tampoco me he visto como esposa.  Nunca me he imaginado el vestido blanco, ni la misa, ni la fiesta... Tengo problemas para verme como pareja y con ninguno de los novios que he tenido he logrado proyectar algo diferente del presente que vivíamos.  Terminar con ellos fue más parecido a dejar un vicio que a desmontar un futuro construido.  A esta característica mía le achaco nunca haber recibido una propuesta matrimonial porque uno acerca lo que quiere y lo que necesita.  O eso creo yo.

Algo de eso último sí lo quisiera cambiar y sí quisiera una pareja.  Me gusta la idea de compartir la vida con alguien, pero no creo que la vida tenga que consistir exactamente en compartir la renta de un apartamento.

Con el señor este tenía algo como eso.  Y yo me pregunto si no es eso lo que yo quiero.

¿Me estoy conformando?, ¿qué mediocridad de anhelos?  Lo que sé es que mientras pienso en eso la vida, la vida, la de verdad, se me lleva un montón de experiencias que podría estar viviendo porque yo me ando preguntando si la vida ofrece más, si existe la felicidad completa, si debo terminar de encajar en ese modelo.

Y hace muchos días no me sentía tan angustiada como ahora que me hago preguntas que me parece que no llegan de modo natural, sino presionadas por una sociedad que cree que ya terminó de ensayar, que ya descubrió todo eso.

Y el modelo me parte el culo. Lo detesto.
Tengo como 15 años.
Y tusa. Hay que reconocerlo.