viernes, 15 de octubre de 2010

La explicación implícita

El tono del blog ha cambiado. He intentado, desde que comenzó, escribir un post sobre el sexo con amor y no he podido. No soy capaz de exponer claramente el revuelto del corazón y del cuerpo.

El sexo entre dos personas que se aman está protegido por algo importante del alma. Es el más vulnerable, es el que más cuidamos... No se expone fácilmente lo que se ama de verdad al juicio de los demás.

No digo que no lo haré. Digo que lo he intentado y no ha salido.

Ahora, que me he enamorado y que, claro, deseo a alguien con el alma y con el cuerpo, no puedo hablar del tema sin cuidarlo.

Podría decir que quiero tocarlo y que me toque. Que quiero recorrer con mi lengua toda su boca. Que deseo sentirlo en mi y saber cómo se siente su mano en mi cintura atrayéndome, acercándome, acomodándome... podría y ya lo dije... pero no sé por qué siento que diciéndolo conjuro algo que no es tan bueno para el cariño que nos tenemos. Que hay algo más puro en todo lo que sentimos y que el sexo que podría acompañarlo tendría que estar lleno sólo de nosotros y no de las miradas de nadie más ni de las lecturas de nadie más.

Siento que lo lleno de condiciones. Y no me gusta predisponer un encuentro. No me gusta llenarlo de requisitos... no quisiera que, de darse, seamos dos personas llenas de expectativas por derrumbar.

Por eso el tono ha cambiado, por eso el tema está velado... y bueno, tú lees este blog y no nos hemos acercado... qué quieres que te diga, no me lo estás facilitando.

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