Soledad Solita Sola
lunes, 11 de febrero de 2013
Dos
Después de muchos años aceptó que la historia nunca terminó. Que nunca se alejó mucho del comienzo y que tal vez eso la salvó. A veces la vida es fantástica, como las novelas. Una historia puede durar toda la vida si se tiene la prudencia de salvarla de explicaciones y justificaciones que tal vez no existan. Hay cosas que solo entienden dos.
jueves, 27 de diciembre de 2012
Mentiroso
Maldita angustia. Ansiedad de cosas que no puede uno controlar. Eso solo debería ser motivo para dejar de tener angustia y no. Si no puedes hacer nada de qué sirve estar angustiado, pero estás. Y quieres que pasen tres meses y todo haya terminado. Siempre hay algo patético en la gente que dejamos de amar; cuándo será. Por ahora solo quiero odiar. El descaro de que me pidan que me oculte cuando he dicho que es justamente lo que no quiero hacer es un buen motivo para detestar; ahí voy. Si logro convertir esta angustia en odio de pronto se sienta mejor. También sería bueno poderte dar un golpe. Qué dicha que no hubieran caducado en la cordialidad y las buenas maneras esas formas de desahogo. Si en otras cosas hemos sido tan animales porque tengo que venir ahora a comportarme y a que me hagan amables sugerencias sobre la manera en que mejor se me ve decir adiós. Suerte. Púdrete. Ve a que te lidie otra. Otra que no tiene ni cinco de cara de ser capaz de hacerse la boba. Otra a la que, de haber querido yo, hoy le hubieras puesto los cachos conmigo. Jódete. No nos mereces. A ninguna de las que te hemos querido nos mereces. Mal remedo de mago, a mí no me embrujas más.
viernes, 23 de noviembre de 2012
Audiencia
Le solicité una audiencia a J. Toda formal para ver si entiende la lora que voy a seguir dando con el asunto de "nosotros" y a ver si vamos terminando con la lora, o si cambia la lora.
Una amiga sugirió que llenara mi casa de peluches en posición de juzgado. Cuando recordó que no tengo peluches sugirió que dibujara muchos ojos y los pegara de la pared. A ella le pareció chistosísimo y yo pensé que sería muy cruel. Las dos cosas.
Las audiencias son para ser oído, pero la verdad es que espero que él hable primero. Pienso por él, digo lo que pienso que él piensa y creo que a veces ni lo oigo por andar pensando en lo que él debería decirme. Me toca sentarme a esperar que piense lo que él quiere en tiempo real. Es un proceso lento porque él piensa con mucha calma. Es decir, me toca quedarme callada con cara de "lo que digas estará bien y tómate el tiempo que quieras". Necesito hacer yoga y convertirme en una persona muy zen para mañana por la tarde. Es imposible no adelantarse, tengo bastante resuelta esa reunión, pero las partes merecen ser escuchadas. Esta semana hice dos consideraciones adicionales: 1. es posible que él se vaya de la ciudad en febrero y 2. llegó diciembre con su alegría. No está tan claro que vaya a pasar mañana.
Una amiga sugirió que llenara mi casa de peluches en posición de juzgado. Cuando recordó que no tengo peluches sugirió que dibujara muchos ojos y los pegara de la pared. A ella le pareció chistosísimo y yo pensé que sería muy cruel. Las dos cosas.
Las audiencias son para ser oído, pero la verdad es que espero que él hable primero. Pienso por él, digo lo que pienso que él piensa y creo que a veces ni lo oigo por andar pensando en lo que él debería decirme. Me toca sentarme a esperar que piense lo que él quiere en tiempo real. Es un proceso lento porque él piensa con mucha calma. Es decir, me toca quedarme callada con cara de "lo que digas estará bien y tómate el tiempo que quieras". Necesito hacer yoga y convertirme en una persona muy zen para mañana por la tarde. Es imposible no adelantarse, tengo bastante resuelta esa reunión, pero las partes merecen ser escuchadas. Esta semana hice dos consideraciones adicionales: 1. es posible que él se vaya de la ciudad en febrero y 2. llegó diciembre con su alegría. No está tan claro que vaya a pasar mañana.
miércoles, 29 de agosto de 2012
Me rindo
Una cosa muy adolescente: el mundo no me gusta como es.
Como ya tengo 40 años esto suena a pataleta anacrónica, pero por más que lo intento el mundo no me gusta como es. Estoy yendo a donde una sicóloga desde hace unos meses y como consecuencia de eso tomé una decisión que nunca me imaginé posible: terminé una relación de tres años con alguien que me quiere y que quiero. La terminé porque esa relación nunca va a dejar de ser... no, así no puedo redactar la frase. La terminé porque esa relación nunca será. Nunca seré la novia de ese señor, nunca seré la esposa de ese señor, no tendré a sus hijos, no envejeceré a su lado, no tendré mi tumba al lado de la suya. De resto esa relación, aunque reconozco que incompleta, me hacía muy feliz. No del todo, no... pero, ¿dónde putas encuentra uno la felicidad completa?
Y es a lo que quiero ir. El mundo es la imperfección. El mundo es aceptar que por siglos hemos venido ensayando y que a veces acertamos y a veces nos equivocamos. Y sin embargo, no tenemos las respuestas, ni los modelos, para todo. ¿Ya terminamos de ensayar?, ¿se acabaron las propuestas?, ¿es así o mejor ni lo intento?. Así que esa relación nunca será las cosas que millones de antepasados, que no pueden estar equivocados, han determinado.
Y uno se siente muy raro sintiéndose bien en medio de la pregunta de si es que uno no quiere "algo más". Uno, que nunca ha sido muy convencional, duda. ¿Quiero algo más?
No tengo idea.
- ¿Tienes que pensar qué quieres tú exactamente?
- Ok, exactamente: ...
No creo que quiera ser mamá. No solo nunca he querido, nunca he sido maternal y nunca he tenido las mejores relaciones con los niños, sino que además ya tengo 40 años y la posibilidad no solo deja de ser una pregunta para los deseos sino también para las capacidades. Eso es para gente joven.
Tampoco me he visto como esposa. Nunca me he imaginado el vestido blanco, ni la misa, ni la fiesta... Tengo problemas para verme como pareja y con ninguno de los novios que he tenido he logrado proyectar algo diferente del presente que vivíamos. Terminar con ellos fue más parecido a dejar un vicio que a desmontar un futuro construido. A esta característica mía le achaco nunca haber recibido una propuesta matrimonial porque uno acerca lo que quiere y lo que necesita. O eso creo yo.
Algo de eso último sí lo quisiera cambiar y sí quisiera una pareja. Me gusta la idea de compartir la vida con alguien, pero no creo que la vida tenga que consistir exactamente en compartir la renta de un apartamento.
Con el señor este tenía algo como eso. Y yo me pregunto si no es eso lo que yo quiero.
¿Me estoy conformando?, ¿qué mediocridad de anhelos? Lo que sé es que mientras pienso en eso la vida, la vida, la de verdad, se me lleva un montón de experiencias que podría estar viviendo porque yo me ando preguntando si la vida ofrece más, si existe la felicidad completa, si debo terminar de encajar en ese modelo.
Y hace muchos días no me sentía tan angustiada como ahora que me hago preguntas que me parece que no llegan de modo natural, sino presionadas por una sociedad que cree que ya terminó de ensayar, que ya descubrió todo eso.
Y el modelo me parte el culo. Lo detesto.
Tengo como 15 años.
Y tusa. Hay que reconocerlo.
domingo, 15 de julio de 2012
San Fermín
Subí la calle llena de gente con mucha dificultad sin saber si podría encontrarme con él porque me parecía que incluso la bulla estorbaba y no dejaba ver bien. Me había puesto un mensaje corto pero muy claro en el que me decía que quería encontrarse conmigo en el parque 'de arriba' y también me decía muy claro para qué. Fiestas de Pueblo. Un pueblo al que le meten el triple de la gente que le cabe. Gente que duerme en los carros. No hay en dónde sentarse y ni siquiera puede acercarse uno a lo que sea que culturalmente sostenga esa tradición bienal. Una fiesta desordenada con motivo del diablo. Subí pensando que no lo encontraría, tampoco confiaba en que él pudiera encontrarme a mí. El parque 'de arriba' estaba lleno de gente y yo subiría por una calle amplia. Él no sabía por qué lado subiría yo, y yo no sabía por qué lado estaría esperándome él. El celular era casi inservible, no solo porque el ruido no dejaba oír ninguna conversación, sino porque yo no conocía el pueblo, así que mis referencias serían pobres: "estoy subiendo por el lado derecho de la calle, me voy a parar en la esquina de la casa roja". Me cogieron la mano. Cuando comprobé que sí era él ya íbamos caminando en la dirección que propuso sin decir ni media palabra. "No me cojas la mano que nos pueden ver", me solté y me la volvió a coger, "nadie nos va a ver". Caminamos así, cogiéndonos la mano por primera vez, en dirección a la salida del pueblo. Comenzamos a bajar las calles que suben a la plaza principal mientras él me decía todo lo que me quería hacer. Un lote baldío, solo y oscuro: "aquí, ¿no te da susto?", "no". El lote terminaba en un muro que daba a un potrero. Nos pareció mejor saltarlo, quedaríamos más ocultos, como si a esa hora y en esas circunstancias eso nos importara. "Quítate esto", "bájate los pantalones", "hay gente en esa casa", "no alcanzan a vernos". Las circunstancias de modo y lugar son las que hacen mejores los mejores polvos. Casi no salimos de ahí. Al reunirnos de nuevo con el grupo lo hicimos cada uno por su lado, como si no viniéramos juntos.
- Amor, ¿tú no tenías mi saco?
- No, ¿tú me lo pasaste?, ¿qué lo hice?
- No sé dónde lo dejarías, ¿dónde has estado?
- Ja, en todo el pueblo.
Él solo supo dónde estaba el saco después de mi mirada. Fue lo primero que tuve que desamarrarle de la cintura y quedó allá protegido por la oscuridad; nadie se lo iba a encontrar, nadie se lo iba a robar. A la dueña le dijimos que lo habíamos encontrado en la barra de un hotel. Nosotros aprovechamos, ya que volvíamos al 'tiradero', para volver a tirar.
viernes, 22 de junio de 2012
miércoles, 20 de junio de 2012
Memorable
No sé por qué la historia de la escalera hace que todo sea más especial, más memorable. Por un lado está que me gusta hacer cosas que retan mis miedos, sobre todo esas, que tienen que ver con el equilibrio y la destreza. Por el otro, ver la cara de admiración de J. ya que no sabemos bien qué es capaz de hacer el otro; me recordó las veces que me ha dicho que manejo bien o que bailo bien. Me gusta que me admire esos talentos que en una vida de oficina como la que uno ha elegido y no de espía del mundo, o de gimnasta olímpica, solo se le notan cuando trata de entrar a una casa que se quedó cerrada, a través de una ventana abierta en un segundo piso, usando para eso una escalera demasiado larga para ser de verdad una ayuda que convirtió todo eso en un reto. Y, como consecuencia, en un logro. Un logro bonito ante un tipo perplejo. Memorable eso. Memorable luego, pero de eso sí no quiero hablar todavía aquí.
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