domingo, 29 de agosto de 2010

Sexo por sexo


Partamos de la base de que sexo y amor son dos cosas independientes. Para las lectoras que conozco y que llegan hasta acá la aclaración sobra, pero como este blog tiene la fortuna de habitar la red donde puede caer en manos que opinen distinto, dejo plasmado primero esa aclaración. Para mi, son dos cosas diferentes.

Sin embargo sexo y confianza (sin incluir al amor) sí son dos cosas que funcionan muy bien juntas. Sexo con el ex que ya no queremos, sexo con el amigo que deseamos pero que no amamos, sexo con el compañero de trabajo al que no nos interesa mezclar en nuestra vida íntima, sexo con el ex, sexo con el ex, sexo con el ex.

Esta historia no es así, esta es una historia de sexo, sólo sexo. Y lo que vino después.

Lo conocí por facebook, pero no porque lo viera y dijera "oh chico lindo, agreguémoslo", no. En esa época yo no agregaba en facebook a nadie que no conociera, era dizque cautelosa, pff, como si yo supiera qué es eso. El caso es que él escribe. Un día me encontré con un texto suyo relacionado directamente con mi trabajo. Me gustó mucho, así que me puse en contacto. Soy curiosa y le conté que me pasé por todas sus fotos y que no entendía cómo no nos conocíamos. El conocía mi trabajo y yo jamás lo había visto, me parecía rarísimo. En ese primer correo mandé saludes a su familia y a su novia - sí, tiene novia - para matizar un poco el tema y no quedar como la más coqueta, pero era coquetería, debo reconocerlo.

Me agregó en msn y empezamos a conversar. El primer día me dijo que quería conocerme y darme un abrazo. Al día siguiente había algo relacionado con mi trabajo así que le dije que sí, que claro, que al día siguiente nos veríamos y le daría un abrazo. La conversación siguió y para cuando nos despedimos ya íbamos en que nos daríamos un beso donde nadie nos viera.

No me pregunten por qué el tipo me impulsaba a comportarme de esa manera. No hablaba lindo. Decía las cosas directamente y sin adornos. "Eh, yo lo que quiero es darle un beso", pero como preámbulo no había un "me pareces linda", "me gustas mucho", "tan inteligente", "que mujer tan interesante"... nada de eso... le quiero dar un beso y punto. Eso me atraía.

Nos vimos al día siguiente y no hubo nada de eso. Era tal como lo imaginaba, una sonrisa hermosa. Volvimos a conversar por msn. "Eh, yo lo que quiero es comérmela". Y yo dije que sí, que bueno, que también quería... debo confesar que pensé que no lo haría, pero me dije también que daría un paso a la vez, sin decir que no a ninguno y que así vería hasta dónde me llevaría. ¿Hasta dónde pensé que me llevaría? ¿A dónde podía llevarme esa política? La respuesta era obvia, pero yo creía que no podría.

Quedamos en vernos un día cualquiera a las 4 de la tarde en mi casa. Salí del trabajo y compré unas cervezas. Recuerdo decirme: Soledad tú tienes que poder comerte un tipo y nada más.

Empezamos conversando en el sillón de mi apartamento y, a la primera carcajada nerviosa que me hizo moverme, él se acercó y me tomó la mano... me di cuenta de que como él decía, era bien moreno. El contraste con mi piel era realmente drástico. Me dijo "venga para acá" y yo contesté "venga usted"... Se acercó y me beso. Unos labios grandes que se sentían más grandes de lo que se veían, la sensación extraña de besar a alguien a quien no le conoces muy bien el rostro. Nunca, hasta ese momento, me había quitado la ropa con tanta tranquilidad. Decidida. No lo conocía y esa era la segunda vez que lo veía en mi vida. Estuvo bien... o regular. Un rato después su novia lo llamó, tenía que irse.

Dejamos de hablar más de un mes y pensé que nunca lo volvería a ver. Y eso, extrañamente, no me generaba ningún sentimiento especial. No me sentí usada, ni me sentí como un objeto. Sólo pensaba que éramos dos adultos experimentando formas nuevas de relacionarnos. A cualquier duda en ese sentido que mis femeninos sentimientos me traían queriendo sabotearme, yo me contestaba con claridad que la experiencia era mía, para evitar pensar que era mi experiencia CON él. Porque las viejas solemos darle mucha importancia a los tipos... yo no quería hacer eso con este tipo. Por lo que le leía - seguía leyéndolo - me daba la sensación de ser un cínico y no quería sentirme vista de esa manera, así que lo evitaba.

Luego de un mes volvimos a hablar. Yo puse el tema; lo recuerdo bien... sólo por contarle algo que me pasaba y sobre lo que quería una opinión profesional. Fue él quien volvió a hablar de encontrarnos. Esta vez yo lo recogería en mi carro, nos pasearíamos por la ciudad mientras yo se lo chupaba y terminaríamos en un sitio alto tirando con la vista de la ciudad detrás de nosotros. Así fue y fue fantástico. Cómo no, con semejantes circunstancias de modo y lugar. Me gusta los tipos que dejan ver lo que les producimos.

Así empezó una situación (no es una relación, yo no me siento en una relación) que ya lleva más de un año, en la que cada uno de los encuentros es más atrevido que el anterior... hemos desarrollado personajes, que sólo existen en nuestras conversaciones, porque aunque hemos intentado llevarlos a escena cuando nos vemos, rápidamente pasamos a los hechos en los que siento que cada uno prefiere ser cada uno. Pero esos personajes sin duda alimentan y nutren esto que nos pasa.

La única información que tengo de él es lo que logro conocer por lo que hablamos, no conozco a nadie que pueda hablarme sobre quién es y a él le pasa igual. Así, he descubierto cosas mías que no tenía muy definidas: un día me dijo que no fuera tan irascible... yo me tenía como explosiva, pero irascible fue un atributo nuevo... me gustó saber que a veces soy irascible, porque me gusta pensarme, reflexionarme; él ayuda. Ahora, luego de un año largo siento que también yo lo conozco mejor...

Cada que nos veíamos nos saludábamos sin saber bien dónde darnos el beso y nos despedíamos igual... la última vez yo, que estaba hablando por teléfono, me le paré en frente y le estiré la boca mirándolo directamente a los ojos, él me dio un pico de despedida justo en la boca... por fin, natural.

No hay comentarios:

Publicar un comentario